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Exorcizamus te, omnis immundus spiritus, omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio, omnis congregatio et secta diabolica!

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13 de octubre de 2007

De viajes y encuentros.

Día lluvioso en la ciudad, subo a un colectivo sin un rumbo fijo, con la única intención de distraerme. Me gusta ver la lluvia impactando contra los siempre sucios vidrios, y ver del otro lado a la gente corriendo, intentando esquivar las gotas y mojándose tanto o más que si caminaran.
Mucha gente sube y baja en cada parada, todos tienen cara extraña. Nadie me mira, lo cual es bueno, hasta que empiezan a faltar asientos. Miro de nuevo por la ventana, ignorando al resto de los pasajeros. Sigue el viaje, sigue el movimiento de gente.
De repente veo a una persona, una mujer. Estaba esperando en un refugio, a punto de subir al colectivo, rodeada de otras cuatro o cinco personas. Algo me llamó la atención en su cara, o en su forma de moverse. No era normal, pero nunca supe exactamente por qué.
Mientras subía y pagaba su boleto, intenté mirar nuevamente su cara, era virtualmente perfecta. No había marcas de edad, ni lunares. Nada de maquillaje, no. Una de las caras naturales más bonitas que había visto hasta ese momento. Ella siguió caminando hasta un asiento libre, dos filas más adelante de donde yo estaba. Notó que alguien la estaba mirando, y se dió vuelta, analizando a cada uno de nosotros con sus tranquilos pero profundos ojos marrones.
Intrigado, me pregunté qué edad podría tener ya que a primera vista, era imposible de calcular. No había rastros de edad, tanto la contextura física como la altura estaban dentro del promedio. Quizás sus manos guardaran la respuesta, pero eran invisibles para mí desde esa posición.
Afuera había parado la lluvia, y una nube tímida dejaba pasar unos rayos de sol, tenues, que se reflejaban en sus cabellos castaños. Toda una princesa, escondida dentro de un transporte público. No habló con nadie, y si mal no recuerdo, el único movimiento que le vi hacer fue su penetrante mirada a todos y cada uno de los pasajeros.
Unos minutos más tarde, se levantó de su asiento y caminó hasta la puerta para descender. Al pasar a mi lado me miró nuevamente, y se sonrió. Intenté mirar sus manos, pero sus ojos me llamaban. El colectivo llegó a la parada, y la puerta se abrió.
Algo se movió detrás de la mujer que me miraba, y me llamó la atención. Ella estaba a un paso de descender del colectivo cuando de repente un halo de luz la rodeó, y flotando en el aire se alejó del lugar. Con una lágrima deslizándose en su mejilla y una sonrisa dibujada en su boca desapareció de mi vista.
Era inútil intentar bajar, la realidad no tenía halos de luz ni facciones tan perfectas. Pensando en ella relajado en mi asiento caí dormido. Un rato más tarde bajé del colectivo.
Había visto demasiado, y había vivido muy poco.


Aún hoy, dos años después del encuentro, todavía pienso en ella. La veo en mis sueños, en mis pensamientos. Quizás sea hora de ir, de nuevo, a intentar encontrarla.

Pero sus lágrimas duelen...

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1 Comentarios

Anonymous Anónimo dijo...

Pensé que era verdad.TRUCHO!:P

Wenoo pero esta boniitoo..^^..

Si fuera pura realidad,hubiera sido mas lindo.

Besos.

15/10/07 9:29 p. m.