Desde el fondo de la mente.
Es en esa fracción de segundo donde el tiempo se contrae para dejar que realmente veas un pantallazo perfecto de todo. Ves lo que fue, lo que pudo ser, lo que es, las promesas, las realidades, las mentiras...
Te vienen a la mente ciertas cosas que nunca imaginaste, pero que en el subconsciente siempre estuvieron esperando una oportunidad de salir a la luz. Sueños, deseos, realidades, ilusiones parecen venir de otras dimensiones temporales, con el unico objetivo de hacer más intenso ese lapsus.
Entendés por fin qué fué lo que realmente quisiste, lo que daba razón de ser a tus días, la energía que hacía que tengas ganas de seguir, tu excusa para seguir vivo. No importa dónde esté, está siempre con vos.
En las últimas escenas del intervalo, ves parte de tu felicidad en esa otra felicidad ajena a tu cuerpo, un destino dinámico que a cada momento vuela del pasado, mira el presente y luego de elegir la mejor ruta, va sin interrupciones hacia el futuro.
Tu ilusión es la que realimenta tus acciones, dejando de lado cualquier cosa material. La divinidad terrenal del sentimiento es tu motor, que nunca necesitó más combustible que tu emoción. La razón pierde el control poco a poco, y te empezas a sentir mejor que nunca.
Aprendés que parte de la necesidad de creer tiene sus orígenes en la mala interpretación del sentimiento, en la atribución de causas no naturales a las razones intrínsecas de la conciencia.
Llegando al final del lapsus, te encontrás solo, feliz y completo. Ves quién es tu felicidad, mientras tu subconsciente se relaja. Pocos deseos quedan, aunque de máxima pureza.
Caés en la conclusión de que cada uno de los que pasa por tu vida modifica tu realidad presente, pero tu ilusión es la que marca la ruta perfecta al futuro. No importa nada más, no hay distancias, separaciones, ausencias ni tiempos que logren disminuir el poder de tu combustible, de tus sueños y de tu ilusión.
Te vienen a la mente ciertas cosas que nunca imaginaste, pero que en el subconsciente siempre estuvieron esperando una oportunidad de salir a la luz. Sueños, deseos, realidades, ilusiones parecen venir de otras dimensiones temporales, con el unico objetivo de hacer más intenso ese lapsus.
Entendés por fin qué fué lo que realmente quisiste, lo que daba razón de ser a tus días, la energía que hacía que tengas ganas de seguir, tu excusa para seguir vivo. No importa dónde esté, está siempre con vos.
En las últimas escenas del intervalo, ves parte de tu felicidad en esa otra felicidad ajena a tu cuerpo, un destino dinámico que a cada momento vuela del pasado, mira el presente y luego de elegir la mejor ruta, va sin interrupciones hacia el futuro.
Tu ilusión es la que realimenta tus acciones, dejando de lado cualquier cosa material. La divinidad terrenal del sentimiento es tu motor, que nunca necesitó más combustible que tu emoción. La razón pierde el control poco a poco, y te empezas a sentir mejor que nunca.
Aprendés que parte de la necesidad de creer tiene sus orígenes en la mala interpretación del sentimiento, en la atribución de causas no naturales a las razones intrínsecas de la conciencia.
Llegando al final del lapsus, te encontrás solo, feliz y completo. Ves quién es tu felicidad, mientras tu subconsciente se relaja. Pocos deseos quedan, aunque de máxima pureza.
Caés en la conclusión de que cada uno de los que pasa por tu vida modifica tu realidad presente, pero tu ilusión es la que marca la ruta perfecta al futuro. No importa nada más, no hay distancias, separaciones, ausencias ni tiempos que logren disminuir el poder de tu combustible, de tus sueños y de tu ilusión.
Cansado, con sueño y sin inspiración...
el subconsciente siempre te da sorpresas.
el subconsciente siempre te da sorpresas.
Etiquetas: Reflexiones
2 Comentarios
Nunca leí un texto que puediera adaptarse a tantas pero tantas situaciones, claro, después de la biblia
Quedate así de entre-dormido todo el día, tal vez te convenga
El lapsus del que hablás es la poesía para mí. Está muy bueno el escrito en su fantasía.