Personificación de un sueño en tercera persona.
No lo quería escuchar, pero sabía que lo ibas a decir. Dos segundos después que lo hiciste, me levanté de donde estaba sentado, y con un nudo en la garganta me puse mi mochila y caminé hacia la puerta de entrada a aquel lugar, que ya se había convertido en un sufrimiento. Hice fuerza para no llorar, pero sin embargo, cayeron algunas lágrimas solitarias.
Mientras iba saliendo, dije unas palabras que a duras penas pudieron superar mi garganta. Voy a seguir caminando, hasta que no haya más camino. Y en ese punto, haré el mío propio. Después de unos metros, sentí que corrías hacia mí. Dijiste "perdón" un par de veces mientras las palabras se convertían en vapor, pero en el fondo los dos sabíamos que no lo sentías.
Fue en vano tu intento de frenarme, y ya el frío te empezaba a molestar. Me cerré un poco más el abrigo, mientras esperaba el momento en que desistieras de tu infructuosa y desesperada actuación. Pocos metros después, caíste de rodillas, suplicando el perdón que perdiste hacía menos de una hora. Tu llanto regó el camino, tu suplicio llenó el bosque, tus manos golpearon la tierra. Mi cuerpo te ignoró.
Hoy, varios años después, recuerdo ese momento con suma tranquilidad. Hasta algunas veces se me escapa una sonrisa. Ya que vos, siempre tan orgullosa, por fin aprendiste a valorar algo más que tu infelicidad camuflada, tu vanidad indiferente.
Pensandolo aún mejor, me hubiera gustado encontrarte en la calle, saludarte, y perdonarte. Era cierto que el tiempo todo lo cura, aunque a veces tarda demasiado. Ya es muy tarde.
Mientras iba saliendo, dije unas palabras que a duras penas pudieron superar mi garganta. Voy a seguir caminando, hasta que no haya más camino. Y en ese punto, haré el mío propio. Después de unos metros, sentí que corrías hacia mí. Dijiste "perdón" un par de veces mientras las palabras se convertían en vapor, pero en el fondo los dos sabíamos que no lo sentías.
Fue en vano tu intento de frenarme, y ya el frío te empezaba a molestar. Me cerré un poco más el abrigo, mientras esperaba el momento en que desistieras de tu infructuosa y desesperada actuación. Pocos metros después, caíste de rodillas, suplicando el perdón que perdiste hacía menos de una hora. Tu llanto regó el camino, tu suplicio llenó el bosque, tus manos golpearon la tierra. Mi cuerpo te ignoró.
Hoy, varios años después, recuerdo ese momento con suma tranquilidad. Hasta algunas veces se me escapa una sonrisa. Ya que vos, siempre tan orgullosa, por fin aprendiste a valorar algo más que tu infelicidad camuflada, tu vanidad indiferente.
Pensandolo aún mejor, me hubiera gustado encontrarte en la calle, saludarte, y perdonarte. Era cierto que el tiempo todo lo cura, aunque a veces tarda demasiado. Ya es muy tarde.
Etiquetas: Ficcion
5 Comentarios
ese final sugiere que no curó todo el tiempo... comprate un reloj
Yo le hubiera dicho: "jodete por puta".
larga vida a los fibrones.. que revivan, metámosle ganas..
Me gustó, corto pero bueno! nos vemos Lak!
Me gustó. La imagen de ella suplicando, en particular... Tengo cierta debilidad por el perdón negado... o ganas de negarlo, más precisamente.