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27 de julio de 2006

Un viaje poco convencional, parte II.

Siete y cinco de la mañana. Se despertó exaltado, aunque no era culpa de ninguna pesadilla. Miró a su alrededor, la habitación seguía casi igual que cuando se había acostado, salvo por los primeros rayos de sol que, al entrar por la ventana, le daban un tono anaranjado. Intentó seguir durmiendo, pero no pudo.
A su lado había un teléfono y un velador. Se sentó en la cama, todavía pensando en lo que le habia ocurrido el dia anterior. Dónde se había metido el viejo? Seguía lleno de dudas. Descolgó el teléfono, y marcó el número de su casa. Una voz se encargó de avisarle que era técnicamente imposible hacer sonar el teléfono del otro lado. Se le hizo un nudo en la garganta y dos lágrimas mojaron la alfombra.
Sonó el teléfono, era el conserje. Todo empezaba a ser demasiado raro. Tras una pequeña charla de cortesía, pidió disculpas en nombre del hotel debido a que no funcionaban las líneas de teléfono.
Poco a poco la locura iba en aumento. Estaba a setecientos treinta kilómetros de su ciudad, en una habitación de hotel, completamente aislado y en medio de una nebulosa de información de la cual no podía determinar su veracidad. Recordó que había dejado su teléfono celular en el auto, y aprovechó para dar una vuelta en la ciudad.
Mientras recorría las calles, dos cosas le llamaron la atención: Su celular no tenía señal en ningún punto de la ciudad, y no había ni una sola persona a la vista. Un rato después, en medio de una plaza, encontró lo que indirectamente estaba buscando. Su largo cabello canoso parecía brillar al sol, y la mirada era inconfundible.
Sin preocuparse por estacionar correctamente, bajó del auto y fué corriendo a encontrarse con el viejo, quien no paraba de reír tras ver la escena. Fue una sensación muy rara, como si su propio instinto le indicara que estaba corriendo peligro en ese lugar. El viejo se paró, y tiró al suelo un mapa que sacó de su bolsillo. Se sentó nuevamente y ya no se movió más.
Un pequeño estudio del mapa, mostraba algo increíble. Esta ciudad no existía. La ciudad más cercana a la bajada de la autopista, estaba a trescientos kilometros aproximadamente. No había nada más en el medio. Se le cayó el mapa, y dejó ver que su cara se había transformado. El miedo manejaba completamente su cuerpo, y el viejo parecía ignorar todo. Luego de unos minutos que parecieron meses, se le escuchó decir algunas palabras.
Sorprendido? Ahora estás dudando de tu propia existencia, y nada de lo que te rodea te parece real. Nada tiene sentido, y hasta la probabilidad da a entender que está en tu contra. He aquí mi historia.
Yo no existo, soy solamente un recuerdo en tu mente... la voz de tu conciencia. Todo lo que hice fue con el fin de proteger tu existencia física, aún si eso significaba mi propia muerte. Nunca me tendrías que haber visto, pero la situación era crítica.
Cuando un hombre se desespera, solamente confía en lo sobrenatural, sin ningún cuestionamiento. Cuando se hace humanamente imposible salir de una situación, se buscan explicaciones alternativas que estan completamente fuera de lo racional.
Necesitabas verme para comprender que fuiste vos el que me creaste. Ahora, si tenés la fuerza necesaria para sobrevivir, estarás más allá del mundo que te rodea.
Tras decir eso, todo alrededor se empezó a desfigurar. Era como estar en una pesadilla, sin poder despertarse. En su mente, el mundo cada vez tenía menos consistencia, y los colores se iban mezclando. Al rato, todo era blanco. No había sombras.
Cuando volvió en sí, estaba sentado en el mismo lugar donde habia estado el viejo. No terminó de comprender todo, pero de a poco sentía que iba asimilando la idea. En sus labios se dibujó una sonrisa que, para cualquier observador, era el último suspiro de vida del viejo en el cuerpo del joven. La verdad era demasiado obvia, y ya no necesitaba respuestas.
Se dirigió al auto, y mientras se encaminaba a la salida de ese laberinto todo volvía a ser real. Escuchó una voz femenina que lo llamaba por su nombre, una voz que conocía demasiado bien. Su única reacción fue un pensamiento fugaz pero extremadamente puro y sincero, que se convirtió en ondas sonoras en algún lugar fuera de esa realidad imaginaria.

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2 Comentarios

Blogger Energúmeno dijo...

Que tu personaje deje las anfetaminas. Y otra cosa, en un día escribiste 3 entradas...cualquiera diría que los estudiantes de ingenieria electronica de la fices se la rascan a dos manos. jajaja. Igual estuvo bueno el relato, y tomó mucho sentido con la segunda parte.

27/7/06 5:25 p. m.  
Blogger franco dijo...

Respecto a los colores hacia el final, clásico efecto del LSD. Las palabras finales del viejo retumbaron en las paredes de la iglesia y le rompieron los vitraux.. buenísima. La próxima hacela más corta o tirala impresa por abajo de la purta de mi casa, no me gusta mucho leer en un monitor.

27/7/06 8:44 p. m.