Noche de revelación.

Maestro, es increíble. La leyenda es cien por ciento cierta.

Esas fueron las únicas palabras que pronunció durante la cena, esa cena que habia preparado una de las esposas del maestro, para agasajar a su inesperado visitante.
Una hora y veinte minutos después, salieron a caminar por la ciudad iluminada por la luna y las estrellas que tan inmaculadas parecían en aquel cielo de terciopelo azul oscuro. El maestro estaba sumamente intrigado, pero su aprendiz no tenía muchas intenciones de hablar. ¿Le estaba mintiendo, o simplemente estaba demasiado shockeado como para entablar una conversación?
En un momento, el joven dejó de caminar, y se sentó en la arena que cubría una de las tantas calles de ese pueblo. Parecía agotado, aunque en realidad no lo estaba. Hizo señas a su mentor para que se siente a su lado.
Éste creía que iba a ser una noche muy larga, una noche donde los misterios del pasado saldrían a la superficie, donde las leyendas quedarían demostradas, una noche única y mística.
El suave viento que soplaba se calmó, los pájaros se callaron, los perros dejaron de ladrar. Todos parecían estar atentos a las palabras que el aprendiz todavía no había pronunciado.

Diez años pasé perdido en este vasto desierto. Diez años en los cuales mi única forma de supervivencia eran los animales que vagaban incesantemente en la arena. Esquivando el sol, sin siquiera poder ver uno de sus rayos, llegué hasta aquí.
Dentro de pocas horas tendré que abandonarlo, pero no tema por mí. Ya no corro ningún riesgo.
Solamente quiero que sepa, que la leyenda del antiguo Señor del Desierto es verdadera, y que molestar su sueño puede significar la muerte. El hecho de que yo siga vivo es todavía un misterio hasta para mí. Le contaré cuando llegue el momento.
Ahora, querido maestro, debe volver a su casa. Demasiados peligros acechan por aquí, y usted debe estar a salvo.

Un largo silencio siguió a estas palabras. Al fondo de la calle, se prendía una luz tenue. Dos pájaros salieron volando de un arbol, pero no hicieron ruido. El silencio era increíble, hasta tal punto que el maestro escuchaba el latir de su propio corazón.
Ninguno de los dos sabía que no muy lejos había alguien observandolos. El joven aprendiz no tardó en pararse y levantar a su mentor.
Este último parecía petrificado, la confirmación de la leyenda parecía inquietarlo, y el hecho de que este joven siguiera vivo era más misterioso aún que el propio mito del Señor del Desierto.
Sin animarse a preguntar nada más sobre el tema, salió caminando hacia su casa, no sin antes hacerle prometer a su aprendiz que volvería para terminar su historia.
Sopló una pequeña brisa, y todo volvió a una normalidad relativa.