Asesino sin reloj.
Te quedan cinco segundos. Podes aprovecharlos rezando, o, si no crees, podrías aprovecharlos para putearme. Es la ultima vez que lo vas a poder hacer.
Con estas palabras se sobresaltó mientras iba caminando por una calle solitaria y oscura. Alguien le estaba apoyando algo frío en la nuca, y automáticamente él se dio cuenta, sin necesidad de verla, de que era una pistola.
¿Quién era el que estaba detrás? ¿Por qué quería matarlo? La voz no le sonaba conocida, y menos aún en aquella circunstancia. Tenía la respiración y el pulso muy rápidos, consecuencia del miedo que lo manejaba.
Toda su vida se resumió en tres segundos. Pensó en cosas que ni siquiera él recordaba, y dejó caer una lagrima mientras agachaba la cabeza. Quería seguir viviendo... era demasiado materialista y este era su mundo.
La voz volvió a hablar, y fue más determinante que la primera vez, aunque mucho más lenta.
Se te acabó el tiempo. Nadie valora cinco segundos, a nadie le importan. Salvo que esos sean sus últimos cinco segundos de vida, en cuyo caso entienden lo que están a punto de perder. Ya lo comprobé demasiadas veces gracias al falso poder que otorga una Beretta.
Una explosión en la noche, pájaros huyendo, el atacante se fugaba corriendo mientras su víctima caía al suelo manchándolo de sangre... sin embargo, ninguno de los dos se dió cuenta que en realidad fueron casi doce segundos.
Con estas palabras se sobresaltó mientras iba caminando por una calle solitaria y oscura. Alguien le estaba apoyando algo frío en la nuca, y automáticamente él se dio cuenta, sin necesidad de verla, de que era una pistola.
¿Quién era el que estaba detrás? ¿Por qué quería matarlo? La voz no le sonaba conocida, y menos aún en aquella circunstancia. Tenía la respiración y el pulso muy rápidos, consecuencia del miedo que lo manejaba.
Toda su vida se resumió en tres segundos. Pensó en cosas que ni siquiera él recordaba, y dejó caer una lagrima mientras agachaba la cabeza. Quería seguir viviendo... era demasiado materialista y este era su mundo.
La voz volvió a hablar, y fue más determinante que la primera vez, aunque mucho más lenta.
Se te acabó el tiempo. Nadie valora cinco segundos, a nadie le importan. Salvo que esos sean sus últimos cinco segundos de vida, en cuyo caso entienden lo que están a punto de perder. Ya lo comprobé demasiadas veces gracias al falso poder que otorga una Beretta.
Una explosión en la noche, pájaros huyendo, el atacante se fugaba corriendo mientras su víctima caía al suelo manchándolo de sangre... sin embargo, ninguno de los dos se dió cuenta que en realidad fueron casi doce segundos.
Etiquetas: Ficcion
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